Dada la urgente necesidad de contribuir a una estrategia que transite desde la asunción concreta de responsabilidades sobre los desechos, hasta un modelo virtuoso que cierre los ciclos técnicos de fabricación de bienes a partir de los recursos ya disponibles, se vuelve fundamental la incorporación de una amplia red de actores relevantes que intervienen en todo el ciclo de acción, con miras a involucrarlos formalmente, dirigiendo un cambio cultural profundo.

Chile ostenta una posición muy rezagada entre los países de la OCDE en relación a la gestión efectiva de sus residuos, y particularmente su capacidad de recuperar parte de éstos en lugar de disponerlos en rellenos sanitarios. El país tiene una distancia muy significativa al promedio de la OCDE, donde un tercio de los residuos se recicla. 

Particularmente crítico en el manejo de residuos sólidos municipales, donde existe la gran oportunidad de manejar la dispersión en la generación de éstos (+17 millones de emisores directos), a través de estrategias que conecten con sus necesidades, expectativas, hábitos de consumo y creencias culturales. En este segmento de trabajo (7 de los 17 millones de toneladas anuales) se debe atender la integración de normativas como la Ley REP que afecta directamente a los productores, con una capacidad y conciencia efectiva de cada consumidor, pasando por todos los intermediarios que pueden disponer de estrategias de innovación que maximicen las oportunidades de valorizar el ciclo de consumo y generación de residuos.

Generar estrategias de red y tecnologías dominantes, podría significar un cambio significativo en los hábitos de consumidores y generadores de residuos, pudiendo empaquetar productos-servicios-estrategias para la gestión responsable de productos, envases, residuos y materiales afines, integrando con fuerza la colaboración de los usuarios, en torno a actores relevantes y significativos del entorno local e internacional.